25 de junio de 1998

Dos visiones de la ciencia

por Martín Bonfil Olivera
(Publicado en Humanidades,
periódico de la Dirección de Humanidades de la UNAM,
en junio de 1998)


Desde que comencé a colaborar en Humanidades, esta columna -de aparición últimamente más irregular de lo que yo quisiera-, se llamó “Las dos culturas”, tratando de hacer honor a la clásica (y trágica) distinción que hace C. P. Snow entre cultura humanística y científica. Sin embargo, leyendo la Gaceta unam (1°/junio/97) encontré un ejemplo de cómo incluso dentro de la “cultura científica” pueden encontrarse distintos enfoques.

A principios de junio se publicaron dos notas en la Gaceta que me llamaron la atención. En ambas se hablaba de ciencia, aunque con distintos enfoques y temas distintos. Su lectura me hizo reflexionar en cómo una misma actividad puede verse de formas tan distintas.

La primera nota reproducía declaraciones de Francisco Bolívar Zapata, coordinador de la investigación científica de nuestra universidad. Entre otras cosas, el doctor Bolívar -destacado biólogo molecular y fundador del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, hoy Instituto de Biotecnología- afirma que la comunidad científica en México es de una gran calidad, aunque mucho menor de lo que debería ser para... -y aquí es donde comienzan a aparecer algunas dificultades- para “que la masa crítica de investigadores mexicanos pueda empezar a tener una participación efectiva en la solución de problemas importantes”.

¿Cuáles son esos problemas importantes? Podría suponerse que, ya que se habla de investigadores científicos, los problemas que tendrían que resolver serían, asimismo, problemas científicos. Pero no. Más adelante en la misma entrevista, Bolívar habla del “desarrollo de tecnología e investigación en la industria”. También menciona el posible establecimiento de “proyectos universitarios de investigación, orientados a la solución de problemas en diferentes sectores, en los cuales participen empresas y dependencias gubernamentales y privadas que brinden apoyo financiero”.

Finalmente, en relación con la modernización de los planes de estudio, habla de que “sin una investigación de alta calidad, será imposible la formación de recursos humanos competentes, y mucho menos aspirar a participar en la solución de muchos de los problemas que afectan al desarrollo del país”.

Cualquiera que conozca el Plan de Desarrollo 1997-2000, de la unam (mejor conocido como “Plan Barnés”) reconocerá en el discurso de Bolívar la misma visión utilitarista y mercantilista (no puedo resistir decir “neoliberal”) de la ciencia que ha caracterizado, desgraciadamente, las acciones de nuestro actual rector. Visión que considera a la ciencia como generadora de soluciones para problemas industriales, sociales, nacionales, y finalmente como generadora de recursos económicos, en vez de lo que realmente es: una generadora de conocimiento (el que, claro, posteriormente puede aplicarse, bien o mal).

Es como si dijéramos que, como no hay suficiente dinero, se tendrá que poner a trabajar a los investigadores científicos para que dejen de hacer investigación “básica”, improductiva desde el punto de vista económico y busquen la forma de ganar, cuando menos, suficiente dinero para seguir manteniendo la infraestructura científica.

El segundo artículo que encontré en la Gaceta fue una entrevista con la astrónoma Julieta Fierro, divulgadora de la ciencia recientemente galardonada con el premio Klumpke-Robert de la Sociedad Astronómica del Pacífico.

Ahí Julieta menciona que “en los países más poderosos la divulgación de la ciencia es una actividad importante que premian y consideran fundamental. Habría que hacer lo mismo en nuestro país.”

Aunque en lo personal no estoy de acuerdo con algunas de sus propuestas, como la de otorgar estímulos de productividad en esta área” (considero que lo peor que le podría pasar a la divulgación es burocratizarse para tener que producir a cambio de “bonos”, como les ha sucedido a los investigadores con el sni), coincido perfectamente en la meta que Julieta fija para la divulgación de la ciencia: “hacer que la divulgación forme parte de la cultura del país”.

Pero sobre todo, Julieta afirma -muy correctamente- que “hacer difusión científica es una de las mejores formas que tiene la universidad para retribuir a la sociedad lo mucho que ella nos ha dado”.

En resumen: una visión es la de usar a la ciencia para ver qué le podemos sacar a la sociedad -y en el extremo, hacer sólo la ciencia que podamos venderle a la sociedad. La otra es ver cómo podemos retribuir a la sociedad haciendo que la ciencia se integre a su cultura.

Me podrán decir que la visión de Julieta es idealista y pasada de moda, y que la de las autoridades es moderna y acorde con la realidad nacional (e internacional, en estos tan sobados “tiempos de globalización”). Pero no importa: tengo muy claro con cuál me quedo.

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